martes, 21 de julio de 2015

Galletas de lombrices, salud y reto a los prejuicios

¿Qué? ¿Galletas de… lombrices? ¿Eso se come? ¿Será?, son las primeras reacciones de quienes se acercan al stand del emprendimiento Jeshua, donde los anfitriones invitan gentilmente el producto a los visitantes. Sin embargo, cuando se les explica el alto valor nutricional (entre 65 y 75 por ciento de proteínas, a la altura de la harina de pescado y de soya), se conoce su poder terapéutico (ideal para purificar la sangre) y se cercioran de su sabor agradable, la opinión del producto cambia.

“Ocho de cada 10 personas que lo prueban, nos compran el producto”, dice el autor del audaz emprendimiento, Jesús Orellana Montaño, quien en 2006 dio vida a su Centro Agropecuario Jhesua, en Paracaya. Allí, cría lombrices para abono orgánico y también para la harina, de la que se obtienen las galletas mezcladas con pito de cebada y con chía, elevando así aún más el poder nutritivo.

En realidad, la historia comienza antes, cuando el propietario, quien adolecía de un problema cardíaco, recibió la prescripción médica de alimentarse con harina de lombrices. Es que además de nutritiva, esta harina tiene el poder de disminuir la cantidad de grasa y azúcar que hay en la sangre, favoreciendo al corazón.

Esta harina sólo la encontró en México, pero traerla al país resultaba muy caro. En México, aprendió todo de la especie de lombriz californiana, y se trajo unos ejemplares para comenzar en Bolivia una industria de abono de lombrices (humus).

Después, surgió el problema, qué hacer con las lombrices que hubieran cumplido con su ciclo de procesar el abono. Entonces surgió la otra idea: la de convertirlas en harina, como había visto en México y hacer galletas. Nuevamente, se sumergió en estudios de capacitación, y comenzó su proyecto, ofreciendo a la región una harina saludable y nutritiva, pero también haciendo frente a prejuicios de la sociedad cochabambina.

Proceso

Lograr la harina de lombriz es “un proceso arduo y moroso”, explica la directora de supervisión de Alimentos de la empresa, Leidy Ríos, quien explica que cada lombriz deberá ser sometida a un proceso de al menos un mes.

Este proceso implica una rigurosa limpieza externa e interna del animal, que comienza alimentándose de abono. Para expulsar todo este material de su tracto digestivo se les provee de harina de cebada, trigo o maíz (según a la que se adapten), cuyas proteínas irán pasando al cuerpo del animal. “De todas las especies, es la única que llega a asimilar hasta el 98 por ciento de lo que consume”, explica Ríos.

Pasadas unas tres o cuatro semanas, habrá que hacerle una nueva limpieza, esta vez alimentándola durante tres días con gelatina que tenga el sabor que ya queremos para la futura galleta, por decir gelatina de limón. El siguiente paso, es el “sacrificio” de la lombriz en salmuera, donde, además terminará por exudar todo lo que tenga en su sistema digestivo.

Después de ello, los lombrices muertas pasan al horno, donde se las deseca, y de allí a la molienda para lograr la harina.

Ésta se mezcla con otro tipo de harinas, como chía, tostado de haba y cebada para lograr la fibra.

Finalmente, están listas las galletas, ecológicas, naturales, sin conservantes y con todo el poder nutritivo explicado.

Ocho de cada 10 personas que prueban nuestros productos terminan por comprarlos



SALUD

• El complejo agropecuario Jhesua tiene todos los trámites de registro al día, incluyendo el del Servicio Departamental de Salud (Sedes).

• El último que falta, pero que está próximo a salir es el de Senasag.

• Según explica el propietario, Jesús Orellana, su negocio es tan nuevo que ni el Senasag sabía sobre qué parámetros conceder la licencia.

• “Tuvimos que mostrar estudios científicos y tesis universitarias para demostrar el poder nutritivo y saludable de esta harina”, explica.

• Al final, todo va viento en popa y la empresa procesa 3,5 toneladas de lombrices por mes.



CLIENTES

• Las reacciones adversas al nuevo producto estaban en los planes del propietario, pero está dispuesto a vencerlas.

• Por ahora sus principales clientes son extranjeros: chinos, españoles y alemanes que conocen de las bondades de este producto.

• Explica que la harina de lombrices también se conoce ahora en Colombia, Paraguay y Perú, pero confía en que la población boliviana vaya cambiando de mentalidad. Por ejemplo, le compran militares.

• Para quienes deseen estos productos pueden acudir a las tiendas Eco Vida, en Cochabamba, Santa Cruz y Tarija.

• Para contactarse con el Centro Agropecuario Jhesua están los teléfonos 44063113 y 67446550.

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